Violencia interétnica
El
problema que plantea Oehmichen no es cosa nueva y son cosas que afectan al
desarrollo de la sociedad, por el rechazo sociocultural de los grupos indígenas
en relación a la sociedad del ahora. Lo entiendo como un círculo cerrado donde
los indígenas tienen que brincar barreras para sobrevivir y procurar, al menos,
una subsistencia económica y social frente a grupos que deniegan las raíces y
la rica cultura que tienen las comunidades del país.
Autores
como Pinker Steven, Elsa Blair y otros han tratado de acercarse al término
violencia contextualizándola en un punto de vista histórico, sin embargo,
Oehmichen también procura hacernos saber que es la fuerza física involucrada de
una persona sobre otra que va de la mano con el comportamiento social, pero
también considerando el maltrato psicológico, rechazo cultural y el miedo o
desgracia ocasionada con el estereotipo del indígena en México.
No
es de sorprender que en el caso de la violencia interétnica puedan surgir
varios tipos de violencia que se expresa en mayor o menor crueldad dependiendo
la situación misma. La “violencia simbólica” es esa visión que tenemos sobre el
denominado “indio” (término que es peyorativo y discriminativo) como el otro,
aquel que no tiene educación, que tiene una cultura distinta, es sucio, entre
otras características. No obstante, este tipo de cosas segrega a la población y
el indígena se ha visto en la necesidad de apartarse por lo ocasionado en el
desarrollo de la historia, no es solo el momento de la Colonia, sino el despojo
de tierras, menosprecio económico, entre otros que llevaron a la necesidad de
reformular leyes que respeten lo que les corresponde al mundo indígena.
Esto
está relacionado con lo que plantea Bonfil Batalla en su obra “México profundo”
que hace esa diferencia del México capitalista, individualista y jerarquizado
en relación al México cultural indígena, donde la aceptación se encuentra lejos
del orgullo de la sociedad moderna, por no pactar paz o respeto que de alguna
manera permita el desarrollo de la sociedad en general.
Oehmichen
propone también que la violencia interétnica estará asociada al racismo y
características físicas de los indígenas en relación a los otros y que por eso
mismo se encuentra en todo tipo de desventaja: su condición económica no le
permite adentrarse al mundo capitalista, las condiciones de violencia
estructural lo llevan a la pobreza y lo peor de todo, se contabiliza tanto a
mujeres y hombres indígenas que tienen condiciones de vida carentes.
En
la Ciudad de México como ejemplo de la autora, podemos ver que la diferencia es
principalmente cultural, por la lengua, vestimenta, creencias y manifestaciones
culturales que hacen tacharlo de indígena, que son motivos de burlas,
discriminación, maltrato y sesgo económico que genera una actitud negativa por
parte de los habitantes de dicha ciudad. Adquieren roles que no son dignos de
trabajo, sin embargo, dadas las condiciones de vida el indígena acepta y no le
queda más que otro remedio que realizar lo que otra gente no quiere hacer.
Son
amenazas culturales que mantienen una lucha constante, caen en culpas
sospechadas y a la vez, dado el caso, falsas que meten en problemas la vida del
indígena sin ser un propósito primordial. La violencia continuará a medida que
se rechace y se mantenga la desconfianza de la sociedad misma.